Otoño en el trópico de los desvelos

No sé si en todas las ciudades pasó lo mismo, pero en Antofagasta fue increíble el cambio: temperatura, luz y paisaje se transformaron el 21 de marzo... así.... de pronto... el otoño llegó con todo, casi como en turno de 4 x 4... las nubes se instalaron vistiendo los grises y ocres que les dan el matiz nostálgico que precisa todo otoño sincero... el viento desempacó los abrigos, los pantalones largos, las medias de lana, los sombreros negros y... el equinoccio pateó la puerta, apuntó con la cola hacia el cielo y bebió la sabiduría a sorbos a un lado del muelle y el hielo... alucinando colores y formas...leche de cactus y espinas que emergieron en las alturas de este Norte de hechiceros escondidos... el chamán no llegó, pero el frío se quedó... me recuerda a Don Juan, el de Castaneda, porque a pesar de estar en el otro hemisferio, el viaje fue redondo como redonda la Pachamama...

Así es Atacama... éste el desierto milenario... en el Norte de Chile comienza una nueva estación... las historias se reeditan y me duele la conciencia del cantor... "pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre, ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente..."

Tengo miedo de no alcanzar a dar el giro... de ver los 9 equinoccios que restan y seguir con la misma canción... hace falta expandir el cuerpo y los lazos fraternos, necesario es definir el Norte que nos energiza... es preciso proyectarse hacia dentro y hacia fuera... sembrar convicción, cosechar certezas... desechar las nimiedades, levantar las grandes causas... queda tanto por andar y bien lo saben mis zapatos, que seguirán pisando las hojas secas, hasta el solsticio del invierno que me espera...